Y sola se quedó en su menguante de luna,
y sola en un rincón, reconoció su cordura,
y sola en este mundo que ha perdido los valores,
y sola se concedía un lugar a sus rincones.
Un viaje a su pasado para cerrar las heridas,
y la fuerza en el presente, para mantener la vida,
un portal hacia el futuro… una llave escondida,
una paz que no se ajusta entre tanta hipocresía.
Su corazón que no sabe resguardarse de la noche,
su humanidad que no busca aliviarse en los rencores,
la soledad es un buitre con los ojos despiadados,
los sentimientos cautivos se mantienen apresados.
La dignidad que reclama desde el pulpito agrisado,
la impiedad de este mundo es un puñal oxidado,
la imperturbable agudeza de las almas insensibles,
y la dulzura de aquellas que traspasan lo visible.
La controversia apostada en la vereda de enfrente,
y su mundo que no entiende el egoísmo de siempre,
y su avidez de ternura acobardada y ausente…
y el amor como hemorragia que no domina su mente.
Norma Marchetti
21/11/11