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jueves, 14 de mayo de 2015

Me curo las alas para un nuevo cielo.


Con pies desgarrados sobre un tiempo frío,
con llagas e insomnio, soledad y hastío.
Con ojos sin llanto... secos de sentidos,
con manos dolientes, sangrando motivos.

Con dagas clavadas murieron mis sueños,
piernas mutiladas sin fuga ni intento.
La hemorragia interna de fluir funesto,
extirpó mis alas... mis años más tiernos.

Corté esa cadena unida a la estaca,
madera de astillas, duras... afiladas.
Vestí mi armadura... gélida y pesada,
sus bordes internos también laceraban.

Con miedos de niña en un mundo cruento,
doblada columna de dolor abierto.
Vidas de otras vidas, batallas sin gloria,
pequeños comienzos... austeras victorias.

Y aquellas miradas hijas de mi vientre,
eran los motivos lejos de esa muerte.
Rompieron mi tumba, tomaron mis manos,
me dieron la vida que les había dado.

Gente de nobleza cruce en mi ceguera,
tomaron mis hombros, abrieron mis puertas,
secaron mi llanto, sacaron mis vendas,
filtraron las luces para que yo vea.

Cansada, aturdida, triste, complicada,
buscando ideales... la frase indicada.
Un hombre, su fuerza, mi reflejo interno,
me curo las alas para un nuevo cielo.

Creciendo a destiempo, lista, contenida,
enfrentando al mundo con una sonrisa,
hundiendo flaquezas en sus brazos tiernos,
su sabiduría impulsa mi acierto.

Norma Marchetti
14/5/2015
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