Una tarde, un silencio... armonía de palabras,
un enjambre, un tesoro que se oculta en la mirada.
Un recuerdo que se asoma sin saber donde recala,
la sonrisa de inocencia en la historia que relata.
Calidez, algo de riesgo y ese afán de ser sensata,
un clarín en el desierto que se vela sin escala,
un audaz faro de luz cabalgando en la distancia,
una cresta de quietud que no aplaza la demanda.
Y es la hora... y es el sol con su abrazo de energía,
y es el cerco que se rompe liberando luz de día.
Y es portal a los sentidos por senderos diseñados,
y compensa los esfuerzos y el dolor por los agravios.
Descubrir que será cierto, lo que aún ni he soñado,
observar el universo conjugando lo apreciado.
Cada gesto es un reflejo, la palabra... compromiso,
el pilar de esta meta, es la esencia de lo digno.
No lo sé, no puedo verlo, solo intuyo la partida,
las alas que se plegaron, se despliegan con maestría.
Ramillete de sonrisas, primaveras postergadas,
se diluyen las cadenas que eclipsaron madrugadas.
No hay olvido, ni regreso que no falte a la justicia,
la memoria será aliada, limitando la malicia.
Le pinté a esos cuerpos un corazón adentro,
ahora bosquejo flores para el cuadro que me debo.
Norma