la calma me viste de ansiedad y esmero.
Me prendo del pelo pimpollos rosados...
pétalos caídos sobre pies descalzos.
La vista se nubla... mis ojos se empañan...
lágrimas que emergen en suave cascada.
Casi en un suspiro calma la marea...
frena el gesto adusto en esta contienda.
Miradas sedientas de verdad y sosiego,
la calle se inunda de estrellas y verbos.
Solo es un minuto... descubre mis ojos...
idioma cerrado... oculto a los otros.
Mis manos se abren a un ritmo lento,
sostengo papeles colmados de versos.
Espero y detengo el ritmo agitado...
la clave del tiempo clama desde antaño.
Al tacto la seda desliza los dedos...
mis huellas se graban sobre el pavimento.
Entorno mis ojos, confío y descanso...
se suman las horas previas de los pasos.
La tierra sedienta se nutre del lago,
cadencia del agua y su brillo blanco.
Amalgama tenue que se vuelve roca,
sonrisas del alba como mariposas.
Perfume del sueño que baila en la brisa,
forma de una danza que se regocija.
Se abre el paisaje... se estrecha en sus dones...
Huracán de vida sembrando las flores.
12/12/10
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