Y camino sin saber a donde voy...
y las calles son silencio ante mi voz...
y los cuervos, marejadas de lo oscuro,
como gatos arañando lo iracundo.
Y quedé en esa esquina de los tangos...
con la lluvia acariciando mis cabellos...
con la mano de mi Dios sobre mi hombro,
consolando el desamor y el infortunio.
Y este frío cacheteando en vos pasiva...
y esta torpe decepción sobre los versos...
y esta mustia palidez de estar sin alas,
como la pérfida ilusión que fue estacada.
Y qué sabrán, los que no están porque no quieren...
y que sabrán, los que lo creen saber todo...
y que sabrán, allí acodados a distancia...
desde su púlpito espectral... ébano y oro.
Y caminar hasta los puertos fantasmales...
y observar que fue prohibido ante mis ojos...
y deshacerme del rechazo... y ser tormenta,
ser el aullido simulando ser un lobo.
Y caminar hasta la línea de lo eterno...
y sin doblar, seguir la bagando al infinito...
y ser la nada y ser el todo de un desgarro...
y ser los pies que solo saben de caminos.
Y esa luna hecha de nácar esta muy quieta...
y ese sudor se ha congelado en su suspiro...
pero esa esférica visión de plata estéril...
quedo girando en la frialdad de lo ofrecido.
Norma Marchetti
5/6/11
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