Despierta soledades mancilladas,
le quita la verdad que ayer velaba,
las cuelga en el desván, como un acierto,
descorre los telones más diversos.
Comienza la función... otro escenario,
la vieja soledad vuela muy bajo.
Se acerca al corazón... lo ensombrece,
desgarra entre sus manos lo que puede.
Y canta en soledad con voz de arena,
se sienta en un rincón... ahora espera,
agreste es el desierto de sus manos...
aprieta en el vacío de sus brazos.
Derrocha su humedad sobre los muros,
agrieta en su afonía los preludios.
Salpica en su avidez con su congoja,
que es lágrima y vacío... cruz de roca.
Se arraiga su raíz desde la espalda,
la quieta palidez viste de nada,
un laberinto gris, hecho de espejos...
que va copiando imagen al reflejo.
Norma Marchetti
20/1/12
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