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lunes, 30 de junio de 2008
¿Qué te han hecho mi Argentina?
El péndulo del recuerdo en su vaivén se desgrana,
desatándome memorias de épocas laceradas.
En un bosquejo del tiempo arrumbado en la distancia,
los ecos me traen gritos, sangre, dolor... y lágrimas.
¿Qué te han hecho mi Argentina, en tu corazón de madre?
¿Quién te arrebató los hijos con argumentos cobardes?
¿Dónde su sangre enjugada abrió abismos letales?
¿Cuándo le han sacado la venda a la justicia inmutable?
Ultrajándote la paz, te destrozaron los sueños,
evisceraron tu entraña, suscitaron los destierros.
Arrasaron con el fruto del sudor y del denuedo,
abarrotando las arcas de los corruptos perversos.
¿Qué te han hecho mi Argentina, en tu mirada serena?
¿Quién te mira con codicia más allá de las fronteras?
¿Dónde el Zonda y el Pampero harán volar las afrentas?
¿Cuándo tu excelsa estirpe se erguirá entre las fieras?
La patagonia y sus lagos, herencia virgen y heleros,
las cataratas... quebradas... el palmar y sus esteros.
En el corazón llanuras, cerros, puertos, mar y arena
y en el reflejo del cielo... enarbolamos bandera.
¿Qué te han hecho mi Argentina, en tus brazos generosos?
¿Quién callará con justicia tu lastimero sollozo?
¿Dónde estallará la luz que rescate a tus criaturas?
¿Cuándo en tu abrazo materno aliviará la amargura?
25/07/07
Me redime.
Se me deshila la vida entre modestos intentos,
impregnados de silencio, sometidos y perplejos.
Mis sueños se han elevado, perdiéndose el las alturas
y me rindo en mis fangales atosigados de culpas.
Palidece mi compás y aletargo mis pupilas,
mientras dormitan inertes mis mariposas cautivas.
El cielo se me oscurece y me revisten negruras
cuando nublados mis pasos, se deslizan en la bruma.
Y nostálgicos se infiltran mis aleteos pueriles,
danzando en melodías de tonos insostenibles.
Entre inflexibles anuarios de pasadizos sinuosos,
se me acomodan las piezas de acertijos borrosos.
La tierra encumbra vida desde el origen del tiempo,
en la secuencia entrelaza un final y otro comienzo.
Amanecer y su ocaso... y otra vez la alborada,
como las nubes se funden, se evaporan y emanan.
Y me absuelve la luna con su quimérico encanto...
y me libera el arrullo de los trinos aguzados...
y me redime la brisa bailoteando en las corolas...
y la lluvia en el cristal... acariciando mi sombra.
15/07/07
Por mi paz.
Por mi paz voy sondeando, en los papiros del alba,
deambulando en las cavernas, de estalactitas armadas.
En la cima de los cerros, entre lenguas viperinas
y en los ríos torrentosos de aguzadas rocas frías.
Corriendo en la tempestad, acosada por el viento,
con el invierno en mis manos, paralizando mis dedos.
En el sediento desierto que me ciega las pupilas
y en los excelsos corales de una vida sumergida.
Por mi paz, me abro caminos más allá de las siluetas,
voy tanteando en los reflejos que se trazan como vetas.
En escondrijos oscuros arden mis cirios perpetuos
como bálsamos viables entre mis dogmas ingenuos.
Con mi pluma seré brisa lisonjeando madrigales,
con mis líneas seré agua redundando en manantiales.
Más allá de mis plegarias, sublimare mis reacciones
y hallaré en mis memorias, la mitad de mis razones.
Por mi paz, pinto mis versos de un azul perdurable,
que se destiñe de un tiempo refugiado entre portales,
donde se asoman las musas y las presencias perdidas...
donde aletean serenas las sensaciones dormidas.
7/7/07
En tu alusión
Frente a la luz que me estrecha la runa de las pupilas,
me entrego sin más certezas que mi respeto a la vida.
La mesura en los escarnios, mis laberintos de letras,
la indulgencia en los motivos y mi cuota de clemencia.
Algún día en tu alusión, floreceré en tu arboleda,
seré savia en tu linaje y laguna en tus praderas.
Bajo tus pies seré sombra, custodiándote velada,
arrullando con mis rimas tu concordia vapuleada.
Navegaré entre tus ríos centelleando en los esteros,
seré hierba y flor silvestre en la cima de tus cerros,
y danzaré en tu silencio como llama con el cierzo,
esparciendo armonías silabeadas en mis versos.
Mis brazos serán acentos sosteniendo mi infinito,
mis tiempos serán compendios suspirados al oído.
Tus ojos serán portales penetrados por mis letras
y en tus refugios neutrales me fundiré tras tu esencia.
Sobre páginas inertes dilataré madrugadas,
entre sutiles esbozos me expondré frente al alba.
Mis lágrimas harán tintes transparentes como el agua
y en la lectura mis trazos trasmutarán en palabras.
1/6/07
Con su broquel hecho versos.
En embrionario ritual, dilatado y paulatino,
se confluyen sangre y genes forjadores de destinos.
El oxigeno se hermana al palpitar en un ritmo,
como corceles que escapan de un final vaticinio.
Con los pasos acuñamos nuestras huellas en caminos,
como grabados perpetuos bajo un cielo compartido.
Nuestras palabras se impregnan de sentimientos cautivos
que se desbocan y exhalan como cráter encendido.
En nuestro frágil blindaje mezcla de hueso y membrana,
recibimos la sentencia del deterioro y sus manchas.
En la mirada el reflejo, de emociones combinadas
y en la sonrisa el efecto, que abre puertas sin palabras.
En una zona intangible resguardada y restringida,
se abre el umbral del resol que nos aferra a la vida.
En donde emanan bondades y mezquindades furtivas
junto a semillas mortales que al trajinar diseminan.
El péndulo no claudica ni se inmuta en su cadencia,
como guardián silencioso, como sombra sin clemencia.
Pero el poeta se mofa con su broquel hecho versos,
asiéndose al infinito… que lo funde en universo.
25/04/07
Cuando seducen poemas
Cuando el telón de la noche se corre tras un ocaso,
cuando su afónica estela nos refugia en su regazo,
mientras silentes las sombras se acomodan tras los pasos
como fantasmas de humo, insustanciales y abstractos.
Cuando las musas te rondan y te sisean palabras,
cuando el recuerdo te auxilia y masajea tu espalda,
cuando tus dedos te danzan una loa inusitada
entre esencias y tintes… con los quejidos del alba.
Cuando los buitres tediosos, habiten en los umbrales
y las leyendas perpetuas, reanimen a los mortales
en su reposo entre ecos como héroes ancestrales,
diseminados y esquivos en contextos espectrales.
Los trazos mutan en prisma, viento, letargo y suspiro,
como las aguas saladas en su vaivén y bramido.
Como horizonte sin línea que se atenúa abstraído,
como coloso que emerge de un espíritu intuitivo.
Cuando la luna te escolta o se cobija en su limbo,
cuando seducen poemas balbuceados al oído.
Cuando fluye ensortijado un relicario de historias,
los vocablos esgrimidos se eternizan en la gloria.
Dudo...
Dudo de la noche que duerme en sordina
como si pudiera aquietar la vida.
Dudo del desierto árido y estéril
que se regodea de vivir sin huésped.
Dudo de la lluvia que irriga los prados
hidratando tallos como un ángel manso.
Dudo de las flamas que arden piadosas
encendiendo cirios que exaltan la gloria.
Dudo de los cielos diáfanos y añiles
que entablan alianzas con vientos hostiles.
Dudo de los lagos benignos y ociosos
que se arremolinan y arrastran furiosos.
Dudo de los pinos de aspecto esponjoso
seduciendo tersos como suaves copos.
Dudo de los truenos que advierten tormenta
y luego se apartan como espuria afrenta.
Dudo del abrazo de un desconocido
que dice querernos como a un gran amigo.
Dudo del que brinda afecto a dos manos
mientras que el gentío lo alaba animado.
Dudo de las masas de un Dios negativo
que expresan tener siempre un enemigo.
Dudo que el perverso egoísmo innato
inhiba el impulso del amor humano.
Otoño
Otoño sonoro de quebrados ocres,
paisaje alfombrado de un crujir fugaz,
ostentando altivo su fuerte osamenta...
como despojado de su cortedad.
Su añosa nostalgia cabalga en el viento,
mientras se maquilla de un tenue matiz,
segándose en halos de aire rizado
que agita caireles bajo un cielo gris.
Frente a la osadía de un árbol perenne,
que resiste airoso su afrenta vivaz,
se monta a su cierzo y veloz avanza
mientras profetiza que desistirá.
Como paradoja de este juego impío,
su arte despliega, aún sin avistar,
que bosqueja calles de acuarela y cobre,
sobre la hojarasca que forma el vitral.
Más allá.
Tan varonil y admirable, como sensible y audaz,
tan protector y brioso, como efusivo y mordaz.
Con su coraza de acero y los pies sobre la tierra,
substancial, estructurado... y una cuota de reserva.
Labrando un gesto adusto y continuo entre sus cejas,
delinea una mueca afable sintetizada en urgencia.
Define en blanco y negro su dictamen y clemencia,
en su perenne arbitraje sin grises y sin prudencia.
Minucioso y muy sensible en afecto y sutilezas,
caballero y muy galante en su postura serena.
Con la pasión encendida emanando de sus venas,
sus brazos se vuelven flamas, abrasadoras y eternas.
En su boca los vocablos son casi estruendos audaces
y se transmutan en rosas a la hora de besarme.
Sobre su pecho el sosiego... en su espalda el abrigo,
como unidos en el tiempo más allá de los latidos.
Solitario en sus mutismos, más allá de su ternura,
se guarece entre los sueños que liberan su premura.
Con el añil de una sombra orlándole las pupilas,
como marco de una historia más allá de nuestras vidas.
Urgencia y calma.
Una hermética unión… una rareza,
una atracción durable… sin más certezas.
Una horda de idiomas casi ilegibles,
una fusión de sentidos impredecibles.
Un impulso ímprobo… un torbellino,
un envite que impele a algún destino.
Que madura en cerriles sendas veladas
y se traduce en sensibles señas del alma.
Una gesta de heroicos sueños posibles,
una alianza en un cielo inverosímil.
Una amalgama de fines predestinados,
una rapsodia escrita con nuestras manos.
Un murallón su espalda para mis miedos,
un boya sus manos, en mis océanos.
Una manto de paz, sus brazos fuertes…
que amparan mi cosmos en los vaivenes.
Un emblema de luz en su mirada,
un orla que asiste la expuesta alianza,
un huracán de luz que ciega en flamas...
la prodigiosa fusión de urgencia y calma.
Desafiando su atadura.
El corazón se me asfixia en lágrimas oprimidas,
el cielo se ensombrece en grises de indecisión,
en un hueco insondable se anegaron mis sueños,
paralizados y omisos en busca de una elección.
¿En dónde quedó el tiempo retenido en mí memoria?
¿Quién me tendrá en su presente como un retrato pueril?
¿Cuál de todos mis errores ha causado menos daño
y me redima en los años que me queden por vivir?
La soledad me corteja como sutil paradoja,
y entre sombras me hostiga como anónimo rival,
que desafiante me aguarda con satírica malicia,
perpetuándome los yerros en inclemente ritual.
Abrazada de cariño en irónico contraste,
como sol entre lluvia, como azúcar en la sal,
como viento en las cadenas desafiando su atadura,
como río de agua dulce confluyéndose en el mar.
Con preceptos privativos de ultrajadas sociedades,
sojuzgada por un tiempo de tiránica impiedad,
donde la vida apagada resurgió de sus cenizas,
con el alma hecha trizas... se irguió en insigne paz.
Mis sueños efebos.
Mi corazón tan sereno... y frente a él se desboca,
mientras me brotan estrofas como acordes de violín,
desprendiéndose sutiles como brisa entre las hojas
que se aquietan y alborotan como llama de candil.
Y me deslío en sus brazos y me articulo en sus formas,
y me distiendo enlazada a una estrella fugaz,
que me surca en mis deseos y me complace acoplada
al albor de su mirada, embriagada por su faz.
Con los escollos e intentos subidos a mis espaldas
con las alforjas cargadas con las piedras de un alud
provocados por la cruz, que de humanos se desprende
y se agolpan convergentes como centellas de luz.
En los preludios del tiempo, conjeturaba una historia
donde mis sueños efebos moldeaban su perfil,
como plata que al bruñir surge ilusoria y ociosa,
rescatando en su atributo una indulgencia pueril.
Y los recuerdos se agolpan en mis retinas señeras,
como tallos que a la vera van trazando su carril,
destiñendo sus matices cuando los lapsos se alejan
como trovas que nos dejan una enseñanza sutil.
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