Si tengo que ocultar mi voz sin tono,
si debo reavivar sueños sin vida,
si puedo ver sin filtro lo inhumano,
sabré que el tiempo afable se aproxima.
La noble introspección y su descanso,
la dura iniquidad en cada esquina.
Observo la estrechez... y solo espero,
la magia está en el don... solo me anima.
Y empiezo a cotejar algunas grietas,
no puedo permitir esos destrozos.
Me siento a respirar... dura es la prueba,
la fuerza va creciendo en los recodos.
Sentada en el vaivén, surge el secreto,
oculta en este hangar pruebo las chances,
prefiero estar en paz y ser muy cauta,
mi escudo está bruñido en sus remaches.
¡Qué bien!, pude aprender... yo lo sabía,
las letras pitonisas lo advertían.
Me enseñó la otra verdad... la que ocultaba,
me lanzó a los leones... y observaba.
No fue el valiente gladiador que suponía,
era ese pérfido tirano que aplaudía.
Él no bajó el pulgar... no se atrevía,
y me empujó a esos desmanes de su huida.
Me enfrenté a esos cobardes tan indignos,
dragones de komodo sin la talla.
Ya se cuál es mi esencia... ¡Ni se atrevan!
ni siquiera son rencor... ya no son nada.
Norma
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