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domingo, 29 de junio de 2008
El segmento.
Esta vida es un segmento en la recta de las almas,
y los puntos que la forman, son los días que aquí pasan.
Y señalamos un punto en cada acontecimiento,
que representará un hito de final y de comienzo.
Cuando culmina una historia, otra etapa la precede,
y los puntos son los tiempos que uno a uno se suceden.
Las distancias son tangibles, matemáticas, métricas,
pero incierto es el futuro que a la distancia acecha.
La verdad es relativa, improbable o soberana,
el corazón y la mente, se debaten para hallarla.
Los recuerdos son retazos de una tela avejentada
que teñimos con colores o desteñimos con lágrimas.
Más allá de las mentiras, habita sombrío el miedo,
y la falacia de hacer, casi mágico un deseo.
No estamos sentenciados a un destino irrevocable,
simplemente es cuestión e evitar lo inevitable.
Y conseguir una meta puede ser un desafío,
que dignifica y eleva el milagro de estar vivo.
Las lágrimas no son siempre el reflejo de una pena,
son expresión de alegría, de impotencia... o de hienas.
Mucha gente en su ambición, apuesta todo al futuro,
sin detenerse a gozar del presente que es seguro.
Nada puede equipararse al santo amor por un hijo,
su buen crecer se sustenta, punto a punto del camino.
Que agradecer sea constante y desear bien un legado,
renovando esperanzas para no bajar los brazos.
Que el segmento sea un cimiento... y así vivir no sea en vano,
y con manos extendidas para ayudar... y ayudarnos.
.../10/04
Podría decir.
No podría decir yo que es la vida,
si podría tal vez contar la mía.
Viví una infancia plena de ilusiones
y planeé un futuro sembrando emociones.
El amor fue el comienzo del fin del letargo,
y con fuerza y lágrimas quise abrirme paso.
Y las controversias signaron mis días,
y aprendí a crecer, porque así debía.
Renuncias y entrega con mi primer hijo,
y el amor superando, todo lo previsto.
De la sola imagen de ese ser brotaba,
toda la potencia que necesitaba.
Siempre antepuse amor... a una causa,
y vi en los ojos, hablar la mirada.
Y la intención de hacer... a no hacer nada
y la humildad de admitir no saber nada.
Guardo mi energía para lo importante,
dejo que me abrace solo quien me ame,
no pierdo momentos claves de la vida
y las vanidades nunca me motivan.
Si soy egoísta, solo es por temores,
lucho en una guerra contra los rencores,
me inhibo al tomar varias decisiones,
y ruego a mi paz que no me abandone.
22/11/04
sábado, 28 de junio de 2008
Todo humano.
Dios nos pone a prueba en ciertas ocasiones,
prueba nuestro temple y nuestras razones.
Exámenes de vida en lo cotidiano,
fuertes e inflexibles para todo humano.
La paz se presenta como salvadora
y tranquila el alma, se eleva... y aflora.
La calma en la mente ahuyenta los miedos,
y del interior emerge lo bueno.
Muchos por temor se hacen siempre a un lado,
y crónico se instala para no irse más.
Otros con acierto, aceptan la afrenta,
aún con el miedo de no soportar.
Pero tan valiosa es nuestra existencia
que en nuestra esencia hay eternidad,
esa que traspasa el tiempo y la muerte
por el solo hecho de hacerse amar.
Después de los años, y aún en la lucha,
la vida, sin tregua y sin distinción,
nos mantiene alertas, por la expectativa,
de empezar un día... y que sea mejor.
27/7/04
Incondicional.
Nunca creí que así sucedería,
que un amor sublime me superaría,
que esto que comienza un día cualquiera
nos marcaría un principio sin final... y sin tregua.
Dios nos participa de este milagro,
y se gesta la vida casi sin notarlo.
Desde el primer día el ritmo nos cambia
y de ilusiones se desborda el alma.
Este nuevo ser nos supera en todo,
y es más importante que vivir... que un logro.
Vivimos pendientes de cualquier detalle,
y son nueve meses llenos de ansiedades.
El dolor y el miedo nos sorprenden un día
y así revelamos tanta expectativa.
Pequeñas sus manos, sus pies, sus ojitos,
su piel, sus cabellos... y sus parecidos.
Esparce ternura, suavidad, tibieza,
y en tanto amor solo hay pureza.
Depende de uno que viva, que crezca,
que ría, que aprenda, que ame, que sienta.
Y el más puro amor nos estalla adentro,
libre de dolor, de egoísmo y celos.
Sin sexo, sin odio, sin mente, ni raza,
incondicional, profundo, sincero... y sin trabas.
Templo de esa magia fui de cuerpo y alma,
el amor de un hombre en mi lo propició.
Y por cuarta vez Dios lo ha bendecido
como fruto santo de la concepción.
Y aprendo de ellos, su astucia me admira,
y el orgullo brota ya sin contención,
porque son tan nuestros, y a la vez... “tan ellos”,
son el agua, el aire, la sangre... y el sol.
27/7/04
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