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lunes, 30 de junio de 2008
Mansas ramas.
Cercada en un área de negociado formato,
predestinado a los grises invocados con los años.
El oxígeno se filtra más allá de nuestras rejas,
con las plegarias que arrullan y reavivan la conciencia.
La soledad que se mofa, velada entre los cuerpos,
la liviandad de excusas que retrasan un intento,
a mudez que se satura de fantasmas y teorías,
el egoísmo que enlaza certidumbre y fantasía.
Y la obsesión de aislarse de alucinantes criaturas,
agigantando las sombras que describen sus figuras.
El mal sabor que nos deja el cinismo y la codicia
y el sisear de los ofidios con su lengua viperina.
El nido se ha desbordado y aleteando se redimen,
pichones alucinados, por los sueños que persiguen.
Los indultos, las fatigas, los ensayos, los inicios,
son fragmentos que en la vida se someten al destino.
Mi ánimo en suave hierba se relaja complacido
entibiando de sol el iris que se alivia distendido.
La savia de sauce corre sin temerle a la tormenta
mientras sus mansas ramas sobreviven a la afrenta.
8/11/06
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