
Silvia.
Un veinticinco de Noviembre
tus ojos vieron el mundo.
Más tarde, al Bautizarte...
Dios te acepto entre los suyos.
Al crecer, el desafío
de formar una familia,
con sacrificio y fatiga,
cansancios y alegrías.
Fuiste criando a tus hijos
aprendiendo del amor,
y de sus manos volviste,
a encontrarte con Dios.
No estabas muy conforme
en las primeras reuniones,
pero te hiciste querer
por tu coherencia y razones.
Siempre amable y dispuesta
aportando tus vivencias.
Siempre sencilla y serena
muy sensible y hasta tierna.
Ocupando tu lugar
entre sonrisas y charlas...
nos dejas esos momentos
que hacen en la vida marcas.
2/10/99
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