Hoy, que la vida me muestra esa cara gris que tanto se parece a una fría máscara de metal, hoy... que me adeudo tanto y tanto debo agradecer. Hoy, que comprendo la certeza de la compañía de los que ya no están. Algunas personas jamás nos dejan... y yo sé que es así, porque mi padre siempre esta conmigo... me acompaña en las oscuras y frías calles... mis regresos. Esta conmigo en esas noches en la que lo busco en las estrellas... él decía que la gente que nos amó nos cuida desde el cielo... que están en esas estrellas que se destacan del resto por su brillo... y yo sé que esta... y tal vez no tan lejos. Mi padre era una maravillosa fusión de hombre y de niño... era el tipo que vuelve a casa cansado... al borde de la hipotermia... y sonreía... sacaba caramelos de los bolsillos y los repartía. Recuerdo esas noches de principios de los ´70, cuando vivíamos en Mar del Plata y los inviernos se ensañaban con los indefensos transeúntes que regresaban a sus hogares... mi papá era uno de ellos... y volvía tarde... en bicicleta y silbando... podíamos escucharlo desde lejos y corríamos a la puerta para recibirlo. Él era Don Julio, un tipo generoso al extremo, frontal... siempre con un enorme caudal de chistes... confieso que ya los sabíamos de memoria... pero yo se los festejaba igual, porque él era feliz así. Recuerdo que cuando viajábamos en colectivo, a él le gustaba que nos sentáramos en el último asiento, porque jugábamos y nos reíamos mucho... esto provocaba que mi mamá le hiciera gestos para que se callara... pero a él no le daba vergüenza jugar conmigo... entonces, tomaba una distancia prudencial... y listo. Como olvidar que cuando tenía los pies fríos, él que me sacaba los zapatitos para calentarmelos con sus manos... las noches en las que me quedaba dormida en sus brazos... cuando mi mamá viajaba y él nos preparaba la comida... lavaba los platos y jamás se olvidaba del postre. Como olvidar la incontable cantidad de horas que pasaba con él en su tallercito... él, con sus mates, bizcochitos y la radio... yo, aprendiendo los nombres de las herramientas, su utilidad, las letras de los tangos que sonaban en la radio... anécdotas al margen, autores y "cantores"... él me los cantaba o me recitaba las letras... reminiscencias de su pasado como "cantor de tangos". Me divertía mucho escuchar sus anécdotas... a él también... se reía mucho mientras relataba sus historias. Como olvidar su complicidad con nosotras para eludir la supervisión de mi madre. Como borrar esa mirada protectora, siempre salvándome en los peores momentos... desdramatizando la situación con un optimismo muchas veces forzado... pero oportunamente necesario. Él respetaba mis decisiones, pero sé que sufría mucho con mis desaciertos. Muchas veces evité decirle: - Papi... TE QUIERO, por evitarme verlo emocionarse hasta las lágrimas... él sabía cuánto lo quería, pero sabía que yo era demasiado sensible como para verlo llorar. Y él estaba ahí... cubriendo siempre todos los baches, alentándome incansablemente, reclamándome una poesía para su cumpleaños, amando a mis hijos, sometiéndose a cualquier sacrificio, por evitarme un sufrimiento.
Un grande!!!... Dios sabe que fue un padre ENORME... hasta su último momento de lucidez, sonriéndole a mis hijos, aunque ya no podía respirar por sus propios medios.
Fue mi gran ejemplo... él me enseñó a amar desinteresadamente, aunque duela... las veces que sean necesarias; me enseñó que es más gratificante dar que recibir; que lo material va y viene... y que los afectos son para siempre; que no importa cuantos te digan "sos un gil", lo importante es ser buena persona y poder dormir plácidamente por las noches; que el amigo, no es el que te palmea la espalda y te dice que "sos un genio"... sino, el que te dice la verdad y te va de frente; que no es mejor el que tiene "guita" o un título, sino él que da sin esperar nada a cambio.
Mi papá... "mi viejo" ... nunca se fue... su cuerpo tenía fecha de vencimiento (como él decía)... pero los tipos así de grandes y así de únicos... jamás desaparecen...!!!!
TE QUIERO MUCHO PA!!!.