A veces, quisiera ser la justiciera,
esa, que se enoja, y todo lo altera,
esa, que ha sacado toda la basura,
narcisos perversos... miradas oscuras.
A veces quisiera, no ser respetuosa,
sacudirlo todo... quitar lo que sobra.
Decirle a ese hombre, que no pasa nada,
que guarde un tsunami dentro de su manga.
A veces quisiera, que nada me importe,
decirle a quien sueña, que no soy soporte.
Que nadie me cuente de historias prohibidas,
¡Porque ya no aguanto tanta hipocresía!
No quiero recuerdos, vagando en mi mente,
no quiero una vida donde haya ausentes.
Que no haya nostalgia por horas perdidas,
esa, que se muestre con mucha hidalguía.
A veces, el cielo, me empuja con prisa,
¡No escuches! Son flores y palabras lindas.
Pero, no hay valientes en "Mi noche triste",
no dice en su letra, por qué la perdiste.
Sí, he dedicado cientos de poesías,
y ya no hable más, porque no debía.
Y fue condición, no mover ni un dedo,
que sean acciones... que hablen los hechos.
Norma.
A veces, lo veo... y siento impotencia,
no cultivas rosas, para nunca verlas.
A veces, no quiero ser tan silenciosa,
decir... ¿Qué te pasa?¿Qué haces ahora?
Y después, me calmo... no decido todo,
pero siempre extraño el brillo en sus ojos.
Y de pronto, todo se vuelve sonrisa,
se cruza esa escena que fue divertida.
¡Y qué confusión! es un laberinto,
muchas emociones sin llegar al piso.
Y no quiero el frío que duele en mis manos,
ni esperar el tiempo que sea adecuado.
A veces, la vida me pide templanza,
es como una ruta, donde nadie avanza.
A veces, me siento en un laberinto,
tal vez, lo soñé... no entiendo que vivo.
Es un libro extraño, solo de poemas,
negado... y escrito para estar afuera.
Puertas clausuradas por ideología,
¡Qué absurdo el engaño de una utopía!