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miércoles, 10 de agosto de 2011

A veces la vida, o... a veces nosotros...

Cuando los años pasan y los sueños se nos quedan marchitos en la piel y en el corazón... cuando la visión se oscurece en el hollín, de lo que quemamos en cada renuncia... es ahí, cuando entendemos que no importa cuanto quede por vivir, sino como queremos vivir. Y entonces los recuerdos son hojas de un libro, y aprendemos a abrirlo y cerrarlo a voluntad... y en el frío de la decepción queda lo inútil y descartamos lo irreal, porque nos roba el tiempo y se burla de toda esperanza. Y la vida sigue... y la elección es un privilegio que asusta y acorrala... algunos huyen y pretenden que no saben... otros asumen riesgos.
y nada de lo previsto es garantía y la vida te sorprende... y los pasos de otras personas se agregan a los tuyos y compartís momentos que difieren en intensidad, pero nada es ignorado y todo lo que pasa a nuestro lado nos afecta y algunos nos acompañan y otros desvían sus rumbo... y los senderos se abren y alejan. Cuando esto sucede, yo no quiero decir, como dicen muchos que todo es necesario, algunas situaciones, no son imprescindibles, pero de todas formas suceden... yo entiendo que la gente no es descartable y las explicaciones no son innecesarias... todo debe cerrarse o no, pero en el caso de concluir un ciclo siempre deben ponerse las cartas sobre la mesa y no voy a justificar los silencios.
Como conclusión... entiendo que hay personas a las que uno debe proteger... incluso de uno mismo y otras a las que uno debe acomodar a un costado y seguir porque la verdad, la realidad, es menos cruel que diez maravillosas mentiras.