Tengo un árbol en mi jardín, que no he plantado,
solo lo dejé nacer... fue muy pausado.
De a poco lo vi crecer... más de dos años,
la vida lo puso allí... fue su regalo.
Cómo no asombrarme por tanta fuerza,
su tronco venció al invierno... y sus tormentas.
Admito que lo ayudé... quise su triunfo,
y cuando lo vi doblarse, guié su rumbo.
Tal vez, no sabré su nombre, pero no importa,
yo, veo ahí un milagro, amo estas cosas.
Muy triste, el primer invierno, casi se muere,
llegando la primavera, no estaba ausente.
Ahora, ya se que el ciclo, tiene sus tiempos,
se duerme cuando hace frío, se va escondiendo.
Su estado es natural, tan solo hiberna,
su magia hace lo propio, si el sol regresa.
No sé, cuál será el destino de su grandeza,
yo solo lo ví brotar, fue una proeza .
Lo miro, y no puedo creer lo que ha sucedido,
sus hojas, son de un palmeado arte divino.
Yo, que amo este suelo fuerte y su madera,
me quedo sin comprender... y solo se eleva.
No importa, la Tierra es noble y no tiene dueño,
los hombre claman su gloria, sin asidero.
No sè, no me pertenece, pero oxigena,
su sombra, da ese alivio que nada espera.
Nada nos pertenece... no somos dueños,
¡Gracias por tanta vida en cuadros bellos!
Norma.
