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domingo, 27 de marzo de 2011

Abriendo el cielo.

La sangre que me hierve aquí en las venas...
las venas que se expanden en su impotencia.
La calma que me aplaca... me queda corta...
y me deja desnuda en cada estrofa.

Porque no se en el camino y me desespera,
y me duele en el pecho la odiosa espera.
Y ya no sé si es tiempo o son mis ojos...
que jamás se resignan a es reposo.

Y yo busco y encuentro... pero no alcanza,
no se nutre mi pecho de mi templanza.
Y me grita y reclama y se funde en fuego,
esa pena tediosa del desacierto.

Y ya no digo nada... no sé hacerlo...
y le gana esa ira... al dulce beso.
Y ese latido es lava, galope y vuelo...
nacido en las entrañas del desconsuelo.

Es en mi pecho el frágil cristal labrado...
es en mi pecho acero bien modelado.
Es la distancia cruel de este silencio...
y es la caricia dulce abriendo el cielo.

Me mata y me revive... es piel y piedra...
es singular suspiro del alma entera.
Es la indefensa prisa que se desangra...
es la mirada firme sobre esas aguas.

Morma Marchetti
27/3/11