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lunes, 4 de agosto de 2008



El estandarte en el cielo


En mi ignorancia de credos e insuficiencia de dogmas,
mis silencios partidos entre sentidas estrofas.
Con la conciencia abatida por tanta carga forzada,
con las tristezas de siempre sobre razones veladas.

Me estrecho en el egoísmo de la ambición desmedida,
negadas manos que emergen de la inconciencia masiva.
Con los cómplices de siempre apostando en al partida
y la exigida ceguera por conservarnos con vida.

Con las excusas pactadas para acallar tanta herida
y las esquivas miradas ante las causas perdidas.
Con los olvidos latiendo en las venas extenuadas
y los cimientos quebrados por la fe desmoronada.

Con la grandeza del tiempo diseminado belleza,
sobre los campos fecundos repartiendo su riqueza,
sobre los cerros del norte, sobre las playas del este,
o desde el sur los glaciares, como diamantes celestes.

El estandarte en el cielo… y su reflejo en los lagos,
como el cóndor con su orgullo en los Andes encumbrados.
Y el Aconcagua imponente como un hito entre las nubes
como el coloso latino emergiendo entre las urbes.

Mar Argentino y sus playas, junto a sus puertos y faros,
su amplio río de plata, con sus brazos extremados.
La puna, esteros, valles, selva, desierto y quebradas,
nieves eternas y espejos… en virginal tierra helada.

En carmesí sus manzanas, en tricolor sus viñedos,
con el dorado de espigas y los verdosos del suelo.
Un paraíso en imagen… con generoso denuedo,
pero sus hijos padecen… la avaricia de los necios.


4/08/07