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domingo, 8 de mayo de 2011

Sin llegar al extremo...

Algunas situaciones suelen ser engañosas, algunas virtudes también... es increíblemente fácil caer en los extremos... ser extremistas, pasarnos de la raya, por decirlo de algún modo... se podría decir que el margen es transparente, solo tenemos algo así como una alarma en nuestro interior que nos avisa que algo no esta bien, pero generalmente la desoímos... traspasamos los límites que separan la virtud de la obsesión. Generalmente vemos como dignas de admiración ciertas virtudes, que descontroladas, pueden ser peligrosas para la persona que las posee, como también para su entorno. Sin duda, la bondad, la abnegación, la honestidad, el desinterés, la confianza, la superación, el respeto etc., son valores altamente elevados y valorados, pero... cuando no se miden y se dosifican... pueden volverse en contra... ser a la vez virtudes y defectos... salvación y perdición... alivio y tortura. El equilibrio que marca el justo medio de las cosas, es la más complicada meta a alcanzar, depurar y sostener. Cuando el corazón domina, la mente no controla y se da rienda suelta a las emociones ciegas, esto es casi imprescindible en lo que se refiere a la manifestación de los sentimientos, pero esto requiere encontrar los momentos precisos, tampoco es bueno si se da a toda hora, todo los días... ¿Por qué?... porque es como vivir sin que se pueda diferenciar un momento de otro... sin sorpresa... sin que se destaque algún momento en especial. Si yo viviera siempre elegantemente vestida, perfectamente maquillada y peinada... ¿Qué me pondría en una ocasión especial?...
y finalmente... todo puede ser maravilloso en su justa medida y en el momento oportuno... nada es tan malo, ni tan bueno, nadie esta tan acertado, no tan equivocado... todo depende de quien lo juzgue... nada esta tan perdido que no pueda rescatarse... todo se acomoda y se recicla, siempre se aprende y varía... la vida es movimiento y el movimiento ocasiona cambios... de posición, de ángulos de enfoque, de oportunidades, de dar un paso atrás, para acomodarse y poder dar dos al frente... de rescatar lo verdadero... lo único, lo que vale la pena. Si hoy amanece y Dios me da otro día, no debo permanecer en el extremo de la noche que se va, pero que vuelve y tal vez esta noche ya no sea de llanto, sea otra noche... la misma, pero sin llegar al extremo de ahogarme en las lágrimas de la tristeza. Que la vida es hoy, pero sin quedarme en ese extremo, es hoy... pero pudiendo pensar un poquito en mañana... eso es la esperanza... dormir en la noche, sin pensar en el extremo de una noche eterna... poder empezar a imaginar el sol que estará otro día en su puerta del Este... como siempre... como la cita soñada... como la única razón que me deja dormir con una sonrisa en los labios...

Norma Marchetti
8/5/11

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