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viernes, 3 de agosto de 2012

Autoexigencia.


Tal vez, sea la lluvia y su indeclinable crepitar... tal vez, este frío insostenible para algunos y tan manejable para otros. Tal vez, sea esta melancolía de ventanales mojados y pies fríos... no sé...
 Algunas veces la vida te enseña que lo crees una verdad indiscutible en determinado momento de tu vida... es simplemente un pensamiento erróneo en otra etapa de la vida... que este invierno que tanto repudio en mi adultez, en mi infancia, me traía la satisfacción de acurrucarme bien calentita en mi cama. Yo pensaba que el amor era indiscutiblemente eterno... y no es así, pensaba que la mejor manera de amar, era incondicionalmente, sin egoísmos y a pesar de tener cierta coherencia, es curioso escuchar a personas que constantemente insisten en que la incondicionalidad del amor, es debilidad... se traduce en a necesidad de la persona que ama en busca de aprobación y reciprocidad... ¿curioso?... ¿Totalmente cierto?... ¿Dónde esta la equivocación?... Algunos opinan que no es necesario reflexionar sobre estos temas... el ritmo de vida no corre en concordancia con esta pérdida de tiempo innecesaria. Así dejamos de preocuparnos por los que sentimos y generamos... nos aturdimos... nos sacudimos las responsabilidades en el patio del vecino. La autoexigencia, no pasa por ser mejores personas... amar con intensidad, amar lo que tenemos y la posibilidad de mejorar con el esfuerzo diario... NO!!!... de ninguna manera... la auto exigencia pasa por ser como alguien a quien los demás admiran... por tener determinada cantidad de bienes materiales... por conservar la juventud eterna a cualquier precio, porque la experiencia de vida no cuenta... todo entra por los ojos y debe ser estéticamente agradable, aprobado por la mayoría o destacarse por original. Y yo me pregunto... ¿Qué pasa cuando los parámetros impuestos se tornan prácticamente inaccesibles?... uno deja de cotejar sus valores para sentir que no se esta a la altura de las circunstancias y todo se desdibuja, lo posible, carece de valor... alguien siempre nos recuerda los faltantes... y nos creemos que somos ESO... un postulante al título de "perfecto", que obviamente, jamás va a tener acceso.
 Por muchas razones absolutamente necesarias e inclaudicables... me declaro en rebeldía contra esta imposición banal... después de todo, la vida no ofrece garantías, la idea de perfección depende del demandante o espectador... por lo tanto es relativa.
 Admitamos que todos sentimos la necesidad de amar, ser amados, valorados y respetados.
 Quererse, respetarse y valorarse... sin que eso implique un culto narcisista!.

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