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martes, 5 de febrero de 2013

Sin reservas


Martes 5 de Febrero de 2013. Otra hermosa tarde que se va, otra esperada tarde de este descanso tan ansiado... y la vida poniéndome a prueba... y los años se unen a mi historia como dos enormes columnas de mármol, que sostienen con su fría omnipotencia (como ruinas), vestigios de un coloso semiderruído, que aún no se rinde... que perdió el torso y la cabeza... la razón y el corazón, pero siempre se sostiene firme sin hundirse en el barro de la resignación. Estoy en la escena del adiós sugerido, para que las alas crezcan y me eleven alto... y encuentre un lugar donde posar mis ojos para ver el interior de otra verdad, la luz tenue que necesita oxígeno para crecer, para ser un faro y encontrar el puerto donde arribar... la costa imperfecta que se acople a las formas de mi nave... y encontrar la manera de estar cerca aunque la corriente me arrastre hacia otro lado. Sin el dulce bálsamo de suponer lo que no se dijo, de intentar lo que esta perdido... de leer el mismo libro, aferrada a la esperanza de que el final sea otro... subida a una nube que no sostiene, porque solo es vapor que a lo lejos se imagina como un suave pedazo de algodón, como los pinos que se perciben esponjosos a cierta distancia, pero sus hojas han mutado para adaptarse a la aridez del suelo y toman un aspecto punzante, extremadamente estrecho para sobrevivir en la escasez de lo vital... de lo mínimamente imprescindible... y en esa dureza... en esa batalla constante por mantenerse con vida... lastiman en la cercanía. Entonces, lo que aparenta, no es real, no tiene tiempo para acariciar con hojas... porque no puede, porque se lo impide ese desesperado intento por mantenerse con vida... aunque nadie se le arrime... aunque la ausencia de lo vital lo sumerja en la soledad. Y crece alto... muy alto, y allí se encuentra nuevamente con esa soledad, donde ni las copas de otros árboles llegan... pero sigue firme en su mundo de madera y espinas, donde otros pinos se elevan a la par en el rígida omnipotencia de su egoísmo.
 Y yo observo... pero sin los ojos... siento, me abrazo a otros corazones que no se pueden gritar... solo lloran una soledad enmascarada, escondidos detrás de una coraza de hierro... porque el corazón es débil... y la debilidad no queda bien... nos hace humanos... nos hace abrirnos, confiar, enamorarnos... y también sufrir.
Pero lo real es que solo se atreve al amor el más fuerte, el que sabe que tiene el coraje y la fuerza para sobrevivir a pesar de todo... y los demás... se estructuran en una realidad superflua, donde se controla el sentimiento y se vive a medias... donde el corazón no sangra... pero tampoco se acelera al ritmo que requiere para estar pleno y sentir la intensidad de lo que se da sin reservas... sin guardarnos restos que nos producen úlceras imperceptibles... pero agudas e indelebles...
 Mirar de frente, amar con ganas, ponerse de pie las veces que sean necesarias... hasta el último aliento, hasta dejar el cuerpo... para seguir vivos en el amor de alguien...
Un beso enorme.
Norma Marchetti
5/2/13

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