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jueves, 5 de diciembre de 2024

Y así fue

 A veces me pregunto, qué sería de mi sin estas letras, sin este diálogo que se abre al infinito, sin esta bondad del universo con su alivio, sin este descargo vehemente y silencioso en las madrugadas de soledad indescriptibles. 

A veces me pregunto... ¿Que pasó?..  ¿Qué me pasó?, para abrazarme con tanta urgencia a esos versos, a ese dolor de pocos años y tan sentido. A esa edad, en donde el sueño es ser mayor y crecen las historias de un futuro idealizado y tan lejano, que uno corre, olvidando la belleza de los pasos sin apuro, los de la emoción, los de aprender, los que fortalecen la espalda y el carácter .

A veces me pregunto... ¿Por qué así? ¿Por qué tan fuerte? ¿En qué certeza se basó mi inexperiencia? ¡Era tan tímida y tan frágil!.. ¡Tan insegura! Tan incapaz de ser tan niña y tan humana, al menos cuando no sentía la seguridad de estar con mis padres. Aún así, mi madre no creyó que podía sola y mi padre ya no me abrazó porque ella le sugirió que ya no debía hacerlo porque yo era "señorita". Él me lo dijo y yo no entendi, sentí vergüenza por algo tan natural y necesario. Desde muy pequeña, creo que tenía nueve años, la gente hablaba de mi cuerpo, como si yo hiciera algo, como si tuviera culpa por los cambios que se iban produciendo. Y es así, que quise desaparecer, ser una sombra, que mi tía no culpe a mi madre por hacerme una pollera "sugerente" y que los chicos me miren en la calle. Y yo que no entendí, pensé que había hecho algo malo y alguna vez quise ser monja, para no pensar en esas cosas y poder ayudar a los demás, debajo de ese atuendo holgado y negro, que se usaba en esa época. Pero no, yo le había dicho a mi madre a los dos años que iba a ser mamá y maestra, pero como siempre sucedía, ella me repitió hasta el cansancio, que el orden debía ser al revés, primero estudiar y ser maestra y después vendrían mis hijos. Lamentablemente, o no, nada salió como ella quería, porque cuando quise seguir mi vocación, no me dejó, me antepuso un sueldo y no aceptó discusión. Después, incluso las maestras de mi hijo mayor, me incentivaron a estudiar, sorprendidas porque le había enseñado a leer, a escribir, sumar, restar , multiplicar por dos y por tres y leer la hora en un reloj analógico, antes de empezar la primaría. Claramente, era su capacidad y su necedad imperiosa de absorber conocimientos, pero sus maestras me dieron mérito en eso y me alentaban para completar mis estudios. Y otra vez... no tuve apoyo, solo barreras prefabricadas en mi camino, excusas, egoísmo... y no pudo ser. 

Por elección, renuncié a todo por poder estar presente en cada paso de mis hijos, en cada dolor, en cada alegría, en cada enfermedad y en cada triunfo. Pude verlos crecer y no supe darles la paz y la seguridad que necesitaban porque me volví dependiente de un hombre que jamás supo serlo. Su incapacidad de amar y ser generoso, nos hundió hasta el mismo infierno, mientras él alardeaba de la familia que tenía, la misma que lavaba su imagen frente a los demás y escondía su perverso egoísmo y todos sus misterios. Intenté dejarlo en varias ocasiones, pero no pude, conocía todos mis puntos débiles y los usaba sin remordimiento y sin piedad. Llegué a retratarlo en mis poesías como un enorme dragón negro. Por otra parte, no había donde ir, mi padre desesperado, buscaba opciones y mi madre me quiso imponer muchos requisitos para planificar una separación conveniente, aunque yo tuviese dos hijitos muy pequeños y estuviera entrando en mi noveno mes de embarazo. Así fue y la quería tanto que no podía ni contarlo.

A veces me pregunto si Dios, o el universo conspiran para que algo suceda. Llegue a un punto en mi vida, que solo sonreía por mis hijos, estaba casi muerta, abatida por tanta desilución y no podía recordar quién había sido, y como no tenía amigos, ni grupos para interactuar, porque mi vida se reducía a cuidar de mi familia y trabajar. ¿Y para qué trabajar? Si a veces no tenía ni las monedas que necesitaba para mi boleto de regreso a casa. Apenas si pagaba los servicios y alguna salida de mis hijos, que ya estaban en el secundario. Y no era un trabajo fácil, era agotador, sin tiempo para comer o para ir al baño y con perros enormes gruñiendote en la espalda. Personas unidas por interés, en lucha de poder, solo aparentaban ser una familia y yo podía percibir eso en el ambiente, siempre sabía cuando habían peleado y después lo comprobaba por sus caras, por la tensión y ese sabor amargo y tenso del ambiente. Incluso, un día, al entrar en un cuarto, sentí una emoción de alegría infantil, que ya ni recordaba como era y consultando, supe que uno de ellos se iba a Disney a encontrarse con su novia. Y otros episodios extraños que me asustaron mucho. Hasta gritos y falta de respeto, dos acciones intolerables e inadmisibles para mi razonamiento..

En medio de todo este caos, sentía que tenía que hacer un movimiento grande y salirme de todo eso, porque no era justo ni para mis hijos, ni para mí. Le advertí a quien debía ser mi compañero de vida, pero claramente nunca lo fue, que tenía que hacer un cambio muy profundo que lo afectaría directamente a él y me desafiaba, me subestimaba, jamás pensó que lo lograra, porque nunca pude.

Antes de ahogarme, fueron esos manotazos que se dan sin pensar, por instinto de supervivencia.  Y no sabía cómo o por dónde empezar, entonces, me fuí a la adolescencia y no recordaba ni cómo me proyectaba eh el  futuro, así que busque a mis compañeros del último año que cursé, para saber que recordaban de mí, que les decía yo, no sé... cualquier cosa me servía. Como era obvio, si yo me escondía, pocos se iban a acordar de mí, pero algunos me recordaban y no sabían nada de mí en lo personal, excepto, mi amiga Carmen, a quien yo le contaba todo y fue ella, quien me encontró unos años después. Formé un grupo para el colegio y mucha gente se sumó. Le encontré un sentido de hermandad a tantos reencuentros, anécdotas, misterios del colegio, sus preceptores y profesores. Algunos ya fallecieron, incluso, mi hermano sanmartiniano Laudani, que tanto hizo en cada reunión que fue posible, con sus códigos de persona de bien.

Y lo que en algún momento titulé como "Un milagro de internet", sucedió casi sin buscar. Las respuestas no estaban en mis compañero de secundario y me fuí más atrás, a la primaria. Me hice una lista de los nombres que recordaba y los busqué a todos, excepto a uno, porque era el chico que siempre me había gustado y al que maltraté bastante el último año, porque él, ese año, se sentó en el banco de adelante y quedamos muy cerca, situación extraña, en la que que se mezclaba emoción, alegría, nervios y ganas de salir corriendo. Y él se reía, no con maldad, sino con picardía y yo suponía que alguien le había dicho lo que me pasaba y que esa situación le divertía. Ante ese razonamiento, yo solo me sentía acorralada y me defendía, porque no sabía como reaccionar. Bueno, en realidad, quién sabe como hacer las cosas bien a los doce años. El hecho, es que lo dejé como última opción, porque me daba vergüenza enfrentarlo, sabía que tenía que disculparme.

Y he aquí el nudo de esta historia, nadie apareció y no me quedó otra opción, más que buscarlo y apareció de inmediato y lo reconocí enseguida, no dudé. Algo pasó que me asustó y me conmovió a la vez, yo no conocía esa expresión de enojo y seriedad en él, yo tenía en mi recuerdo a un chico alegre, siempre haciendo chistes, zafando de todo con astucia y siendo líder de los demás compañeros varones. Era inquieto y divertido, lo recuerdo mucha luz y además, era bueno, incluso con una compañera que lo acosaba, se la sacaba de encima con mucha elegancia, aunque por momentos me daba ganas de decirle, como se dicen en mi barrio _ ¿Qué toca? Jajaja. Bueno, no sé, me quedé impactada con ese gestos duro que tenía en la foto y además, su mirada es muy profunda, y confieso que me asuste. Pero si no me aceptaba la solicitud, se terminaban mis chances de indagar con mis compañero de primaria. Me aceptó y me dijo que se acordaba perfectamente de mí, y me dió la confianza para disculparme y contarle cosas que recordaba del colegio, de los compañero e incluso le conté cual era el motivo por el que me había comportado así con él, y sentí un gran alivio, porque me había podido disculpar, porque no lo merecía, siempre había sido muy respetuoso conmigo y hasta generoso por querer incluirme en el grupo, aunque yo le pusiera cero ganas a todo lo que fuera competitivo. Él me dijo, ¡ Qué confesión me hiciste!, yo nunca supe nada y yo le dije que era un milagro de internet, porque cara a cara, nunca le hubiese mencionado nada. Y realmente, no sentí que estuviera haciendo nada malo, solo quise disculparme y tenía que justificarlo. 

Hablamos por una red social o por correo y nos contábamos situaciones referente a nuestras familias, nuestros hijos, el trabajo, no sé, cosas comunes. Yo me tomé el atrevimiento de aconsejarlo y él me dió algunos tips que me ayudaron mucho. Yo confiaba mucho en él, porque no había que explicarle nada, era todo muy fluido y agradable. Al principio, me dijo de ir a tomar un café para recordar cosas de aquellos años compartidos en la escuela y, más allá de que no tenía nada de malo y que tal vez para él era algo normal, para mí no lo era. Fueron muchos años de encierro, machismo y represión, en donde mi esposo tenía total libertad y todo le estaba permitido, menos engañarme con otra mujer (aunque diría que no me concedió ni ese privilegio) y yo, solo me dedicaba á mis hijos, mi casa y mi trabajo. Mis salidas eran solo al supermercado y no tenía amigos o la cercanía de familiares. Mis únicas conversaciones esporádicas eran con mi vecina, con la que él también conversaba, pero insinuaba constantemente que las amigas que se metían a tu casa podrían tener segundas intenciones con tu pareja... y ya sabemos porque me quería sola y triste.

Todo transcurrió sin maldad ni segundas intenciones. Yo llevaba sola a mi hija a la plaza , porque él decía que le dolía la cintura y no la podía hamacarla y era absurdo el argumento, porque la que la esperaba en el tobogán, en el trepadora o en la hamacaba, era yo. Mi hija había hecho todo un año de danza jazz y a fin de año se hizo una muestra en donde ella intervenía en tres coreos y no la quiso ir a verla bailar, porque estaba cansado. Yo estaba indignada con eso, con sus desplantes, sus miradas de odio, su falta de respeto decidiendo todo solo y todas sus locuras, a las que ahora se sumaban encierros en la habitación hasta por tres días y el fastidio, solo porque le preguntaba si iba a querer cenar. 

Todo era como una tortura interminable de la que no podía escapar, porque ya mi padre no estaba y no tenía a donde ir con mis hijos. Mientras tanto, en algún momento, mi compañero sintió que yo era cruel con él, y puede ser, porque yo vivía en una guerra constante, pero disfrazada, por el bien de mis hijos. Entendí, que tal vez me había excedido en algo y me disculpé, pero todavía no tengo idea de que lo lastimó u ofendió Un día, dejó de hablarme y me sentí ¿Desolada?... Me asusté, me comentó algo de un problema de salud y me dió miedo de que le hubiese pasado algo, e insistí en preguntarle si estaba bien... pero no contestó.

En paralelo,mi madre con Alzheimer, mi hermana con sus reclamos e indirectas, sin querer aceptar mis soluciones, solo queriéndome mantenerme en la ironía de la culpa. 

En casa, todo mal con el dinero y con amenazas del padre de mis hijos, queriendo cortar a cada rato internet, porque él sabía que yo, en esa conección, encontraba la calma, el consejo justo... esos momentos de paz y seguridad, donde no me sentía culpable de nada y estaba orgullosa de tener un amigo así, tan inteligente y que me daba tanta seguridad. Yo jamás oculté a mi familia ese diálogo con mi ex compañero. Todo era a distancia, y evidentemente, nadie veía algo malo en eso, por lo que yo no sentía que hacía algo que perturbara a mi familia y él nunca se desubicó, así que... todo bien.

Cuando entre a internet por primera vez en 2005, por insistencia de mi hermana, entre en algunos grupos de poesía, hasta que decidí hacer uno propio, del que, por solidaridad, participaban gente de otros grupos en los que estaba. Un día, de esos en los que no tenía internet, llega mi hermana con la noticia de que había entrado una persona que escribía genial y hacía un paralelo con mi forma de escribir. Pasaron varios días, hasta que pude leerlo, pero, lo primero que hice al entrar al grupo, fue buscarlo y confieso que quedé deslumbrada... ¡Nunca había leído a alguien así! Sus palabras y las espontaneidad con que fluían, eran alucinante. Me declaré automáticamente su fan y si hubiese tenido autoridad, le hubiera dado el Nobel... y no exagero. Participó un tiempo del grupo y un día dijo que se iba, pero que nos iba a seguir leyendo, que había intentado proteger a una frágil mujer y que no había podido ( o algo así). Pero el título del mensaje era un verso de Benedetti, que yo desconocía, no porque no me guste leer, sino, por falta de tiempo  

No recuerdo recuerdo bien, el orden de los acontecimientos, porque todo sucedía a la vez y borré casi todo, ya que compartía la compu y no quise que nadie tenga acceso a lo que me había contado, porque era algo que me había confiado a mí y quise respetar eso. 

Un día, me di cuenta del impacto que había tenido toda esta etapa en mi vida y encontré el valor para decir  "me quiero separar", él me miró sorprendido y medio burlón, creyó que era una amenaza o que repetía algo que él mismo insistía en sugerirme "si no te gusta, ya sabés lo que tenés que hacer" o en la versión resumida... ¡Separate! Y no, yo no amenazo, si digo algo, me hago cargo, no me interesa manipular a nadie, no me gustan las marionetas. Así empezó todo, se fue a llorarle a mi hijo toda una noche, lo amenazó con suicidarse y a la mañana siguiente, mi hijo me lo trajo porque no sabía que hacer con él, cobarde e insoportable. Yo acepté que viva en casa, hasta que pudiéramos subdividir, con la condición de no hablar más del tema, cosa, que obviamente no iba a suceder, porque nunca le interesó lo que yo pensaba. Recuerdo que tuve mucho miedo de su venganza y que fuera directo a atacarme con la menor de mis hijas, porque los demás ya eran grandes y lo conocían. Después de todo, esos veintinueve años que estuvimos casados, uso a mis hijos de rehenes y así me mantenía lo más obediente que pudo. Alguna vez, leí que el no dejar dormir a una persona es un método de tortura y que te puede terminar matando, y yo lo padecí durante nueve días, en los que solo pude dormir diez horas. No sé como resistió él, porque naturalmente, dormía muchas horas del día. De todas formas, eso nunca fue amor, el amor es respetuoso y él jamás lo fue conmigo. 

Mi genio escritor, me salvó la vida, más allá de si era quien decìa ser... o no. Más allá, de mis delirios, de mi conección, desaciertos, o el interés desesperado de darle las gracias y explicarle con detalles lo que había hecho. Él me dejo un mantra, o al menos yo interpreté eso, y por loco o desquiciado que parezca, me vi rodeada se una luz dorada y mientras lo repetía solo escuchaba un zumbido cuando mi ex hablaba. ¡Pura magia! ¿Cómo lo hizo? ¿Quién sabía tanto de mi vida, si yo no le contaba nada a nadie? ¿Por qué sabía cuándo lloraba, o me advertía cuándo mi ex venía con otro verso? Y juro que dudé muchas veces en asociarlos, aunque, una carta me dió pistas y las canciones parecían asociarse con el mensaje. De pronto, todo se puso gris, y yo insistía, porque nunca hubo nadie que me interpretara tan bien, o que no me haga reproches o sentirme culpable por todo. Realmente intenté, que aunque sea, para que todo quedara como estaba, pero no supe como hacer eso. Más allá del respeto por las decisiones de cada uno... igual, en medio de todo, vi una foto que me sacudió el piso y me enojé de más, aunque sin lógica,  pero a pesar de saber controlar mis emociones, no pude con eso y mucho menos con una explicación, que a mi entender, carecían en absoluto de razonamiento. 

Después, entendí que yo había tenido mi propio San Jorge matando a mi dragón y traté de ubicarme, me reproche lo tonta que era por inventarme historias, cuando en realidad no había ninguna mentira y mucho menos promesas... al menos expuestas.

Mis hijos me insistieron que no me quedara sola, que conociera gente, al menos para que no esté todo el día encerrada y con miedo, lo intente, pero, que decir de esa etapa, la borraría si pudiera. De tan desilucionada de todo, quedé asqueada, porque a pesar de filtrar muchísimo, solo encontré miseria, el aspecto degradado del humano, y no es que tenga algo en contra de las relaciones, es la mentira, los egos inflados, el venderse avalados por sus poseciones. Bueno, me despedí para no volver, y de nuevo la insistencia de la gente que me rodeaba para que no me quede sola. Y yo no quería saber nada, hasta que apareció alguien que insistía y me pareció que era alguien que no se conformaba con cualquier cosa y quería una relación sería, casamiento y todo eso... pero no, tampoco era respetuoso, se regocijaba fomentando situaciones que me generaran celos, hasta que me cansé y lo acomodé en el lugar que merecía, no fue fácil, me llevó dos años, pero ya nada fue igual y si bien, en en un principio, quede atrapada por mi falta de trabajo y el colegio de mi hija, después todo fue en decadencia con más celeridad, y finalmente, él sabía que ya no podía conmigo y se enojaba, pero no me importó. Solo sé que la vida me puso a prueba y aprendí a defenderme y a no depender de nadie.

Cierto día, revisando mi grupo del colegio secundario, recordé que una vez, casi me cierran el grupo de la primaria, por no entrar seguido y tuve miedo de perder las fotos, además, recordé que habían entrado cuatro personas que no conocía y quería saber si seguían como miembros, pero ya no. Revisando quienes quedábamos, volví a ver la foto de perfil de mi compañero, que en realidad no es foto personal, es algo escrito, que yo había leído en algún momento, antes de borrarlo de mis contactos. Con cuidado, lo abrí para volver a leer la frase, y me fuí con cuidado de no tocar nada, pero a la mañana siguiente, me había aceptado una solicitud que yo nunca mandé, yo todavía estaba con mi última pareja, cosa que nunca impidió que siguiera leyendo una y otra vez esas poesías/poemas y sus otros escritos. Siempre creí que jamás iba a poder asegurar, si uno, era el otro también. Incluso, tenía un sublime poema, que su título, fue parte de mi contraseña todos estos años, y todavía lo es. Es que tuve el privilegio de que toda esa magia me rodeara cuando más lo necesité. Y si tuvo consecuencias... Si, claro que sí, pero no quise molestar más, después de todo... ¿Qué hacía yo ahí? No sé que me pasó... o si lo sé, pero yo jamás perseguí a alguien y soy partidaria, de que al hombre que te es infiel, ponerle un moñito en la cabeza y enviárselo de regalo a la otra. Que se yo... no se puede manejar todo en la vida, por más autocontrol que tengas. 

A veces me pregunto, que posibilidades hay que casi toda tu pantalla tenga mensajes coincidentes y que toda la música que aparece diga las mismas cosas ¿Y esos videítos con poemas? No se, ¿Habré leído y escuchado como noventa coincidencias? Por momentos, dudo de mi cordura, pero no puedo contarlo, imagino que alguien tendría certezas sobre mi inestabilidad mental. ¿Vidas pasadas y conecciones ineludibles? ¿Sufrimiento sin remedio porque hay algo pactado antes de nacer? ¿Una misión para el mundo? ¿Juntos? 

En definitiva, a mí no me suena extraño, hasta lo veo razonable, porque sé lo que me pasa... pero yo creo que una sola persona lo entendería.

Y así fué.






  


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