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domingo, 3 de abril de 2011

Que nadie le ha dado.

Aguamarina el cielo que seduce al día,
giran los planetas en las horas idas.
En la luz, la noche, se posa en su mano,
buscando la dicha que nadie le ha dado.

Yo abro mis ventanas... ahuyento fantasmas,
descorro cortinas tejo mi esperanza,
La mesa servida... bordé servilletas...
rosa en el florero... la mirada es inquieta.

Despierto sentidos grabados de encanto,
las paredes cubren mi secreto en mano.
Cálida morada de embrujo y distancia...
busca irreverente la luz de su magia.

Afuera la noche se cubre de estrellas,
su brillo es sosiego sobre esta marea.
De cristal la copa que contiene el beso,
los labios se posan al beber sedientos.

Tramos del camino que pinto a su paso,
señales fraguadas desgarrando trazos.
Las pistas no existen, el corazón habla,
derrite la nieve que se vuelve agua.

Allá en la espesura destellan los sueños,
caminando al borde del alma y su vuelo.
Y vuelvo a mi cause de paz y cordura...
la vida comienza sobre la ternura.

Norma Marchetti
16/3/11

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