https://youtu.be/2VHuSNMgJg4
Reviso cajones, clasifico fotos, acomodo piezas,
le hago un espacio al sonido suave, de las horas viejas.
¿Será ese delirio del silencio nuevo en discreta esencia?
¿O será este tiempo, que vuelve a decirlo, dibujando letras?
Una vida entera, se abre en recuerdos sondeando su huella,
de Parque Patricios, también de Mercedes... tres años apenas.
Cumplí cuatro años frente al amplio mar, de plata y arena,
y esos seis años, fueron de inocencia, infancia y rayuela.
En las vacaciones, volvía a Mercedes, con mi tía Luisa.
-¿Volverá Normita el año que viene? - mi tío insistía.
Y otra vez mudanza, de barrio, de amigos, de casa y escuela,
dejé los pupitres de mi quinto grado... también mi vereda.
El año empezado, nuevos compañeros, otras directivas,
me costó entenderlo, mi mundo giraba... y yo no podía.
Amé la lectura de cuentos e historias, en las que creía,
héroes y princesas cruzaban miradas... la magia existía.
Después de tres años, se abrieron caminos... ya no lo vería,
mis manos, tomaron con fuerza los versos... la verdad es fría.
Y después el juego de crecer... y el tiempo se tornò asfixiante,
y después mis hijos, que iluminan todo, frente a los contrastes.
Voy en este río, inquieto y pausado, que sigue su curso,
que va serpenteando entre la ribera y un cauce profundo.
A veces cansado, buscando un meandro, que desvíe el rumbo,
y otras, alegre, jugando entre piedras, eneas y juncos.
Hoy sopla este viento y silba furioso, mientras se abre paso,
mañana... ¿Quién sabe?, tal vez sea el sol, con su tierno abrazo.
Tal vez, sea ese eco de mar y tormenta increpando al aire,
o, tal vez la lluvia, que trae en su llanto, inicio y encuadre.
Norma