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sábado, 28 de junio de 2008



A la Madre.

Concebimos nuestros hijos
compartiendo la creación,
privilegio consentido...
por la generosidad de Dios.

Si bien sufrimos angustias
y largas noches en vela,
también gozamos sus triunfos...
porque su dicha es la nuestra.

Viviendo en nuestro interior
fuimos dos dentro de un cuerpo,
ya nacidos a la vida...
los guiamos con esmero.

Dios nos encargó sus vidas
y la responsabilidad halaga,
pero debemos soltarlos...
por el amor que nos ata.

A la Madre de las madres,
intentemos imitar,
por abnegación y entrega,
por ofrecer sin dudar,
por ser Madre del Dios Vivo,
por consagrarse y brindar.
Que el Espíritu los colme...
y los reúna en su paz.

3/10/99

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