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miércoles, 23 de febrero de 2011

El espejo...



Quisiera contarles algo... especialmente a vos... algunos podrán leerlo y no entender... pero se que es de esas realidades que son tan obvias, que uno no las toma en cuenta. Es encontrar el porque de muchas preguntas, es ubicarse en otro plano para entender, es no decir... "es lo que puedo"... porque siempre se puede más.
Lo que quiero contarles es a cerca de una mujer que vivía en una casa muy antigua... húmeda y oscura, donde el aire era escaso y la humedad que se apoderaba de sus paredes la atormentaban. Las habitaciones tenían pocas y pequeñas ventanas. Ella solo recibía a algunas personas... solo esas personas que mucho la conocían y la aceptaban tal cual era o parecía ser... de todas formas, la querían y querían protegerla, mientras que ella se desvivía por tenerlos contentos, complaciéndolos, incluso arrancándole a las lágrimas una sonrisa... sumergida en su soledad interior, disimulando las ojeras de largas noches de llanto. No se dejaba abrazar... su sensibilidad la limitaba, podía sentir las sensaciones escondidas. La gente se le acercaba y le ofrecían opciones para sacarla de letargo, pero ella se alejaba y poseía alguna facilidad para justificar absolutamente todo... hasta lo impensado... hasta el punto de encolerizar a quienes intentaban hacerle ver la realidad que ella no podía.
La casa tenía esas pequeñas ventanas que solo dejan ver parte de lo que sucede afuera... angostas... incómodas... todas estaban clausuradas y ella alguna vez había intentado abrirlas, pero el óxido había sellado fuertemente hierro con hierro. Una de ellas, en particular, daba a una casa lindante en donde se sabía que vivía alguien, pero se trataba de una persona que no estaba en sus cabales que solo recibía la visita de algún familiar, que de vez en cuando le traía lo necesario para su subsistencia, pero en resumidas cuentas... no la habían visto en años. Ella tenía la extraña costumbre de ir todas las noches a ese cuarto en el que se encontraba la pequeña ventana, en medio de las penumbras y observaba a una mujer que en la oscuridad la miraba. Cuando ella se paraba frente a la ventanita, la otra mujer se acomodaba del otro lado del vidrio y la observaba también, sus ojos fijos en los de ella, el gesto duro... arrogante... altanero. Cada noche esto pasaba y ella no podía sostenerle la mirada por mucho tiempo, solo se asustaba y se iba. Al día siguiente, si alguien la visitaba, se dedicaba a contarle lo sucedido la noche anterior frente a la ventanita y criticaba la locura de esa mujer y se burlaba diciendo... -Es muy obvio que este sola... ni perro tiene que la aguante, es que esta muy loca, no puede esperar hacerse de amistades así... ¡No tenés idea de la actitud insoportable de esa mujer!. Pasaban los días y todo transcurría entre la agonía de soportar un día más en esa casa y el temor injustificado que padecía de asomar su nariz a la vereda... la casa la "protegía" y el precio a pagar era olvidarse del mundo y jamás dejar sus paredes. Por esas cosas del destino... o no, limpiando una ventanita que tenía vista a la calle... se abrió y ella sintió que podía relacionarse con el mundo por medio de esa pequeña ventanita... y no era mucho... pero era algo. Una tarde, como algunas otras, puso su silla junto a la ventana y vio pasar a alguien que no veía desde su infancia y no era cualquier persona. Ella lo llamo, imaginando que sería un saludo al pasar... y después... nada. Para su sorpresa el le siguió la conversación, le preguntó que había estado haciendo los años que no la vio y le hizo un resumen de su vida. Ella lo esperaba todos los días, él era el aire puro que la hacía sentir viva, por eso lo necesitaba... él no pasaba siempre, pero cuando lo hacía, le hablaba con mucha dulzura, pero a la vez le mostraba con total acierto, salidas y posibilidades... él creía en ella, pero ella no. Ella pensaba que él se apiadaba de su lastimosa imagen e intentaba cambiarla. No podía entender porque él perdía su tiempo con ella... ¿qué podría interesarle a él de ella?... y la respuesta era recurrente... una y otra vez la única respuesta válida, a su entender, era "lástima"... ¿qué más?. Esta situación la avergonzaba mucho y decidió que cuando lo volviera a ver, le diría que le diga cuando iba a pasar y solo esos días lo esperaría... no quería que la viera así, esperando como desesperada, solo para escucharlo preguntar... -¿Cómo estás?. Esa tarde, ya resuelta, le dijo lo que había resuelto y él le pidió que siguieran viéndose, entonces ella insistió en que sí lo vería, pero solo lo iba a esperar los días en que él pasara. Después de ese día, él pareció estar como decepcionado con su determinación, pero ella no entendía en que podría afectarlo, si de todos modos, ella estaba dispuesta a esperarlo siempre, pero no quería esperarlo en vano, porque la hacía sentirse muy mal. Después de un tiempo, él, sin motivo aparente, dejó de pasar, pero antes, y como para dejarla reflexionando una vez más, le preguntó porque se comportaba así, si ella no era como se mostraba... esto la dejo pesando y buscó en los recuerdos... ¿Qué era lo que soñaba de adolescente?... ¿Cuánto hacía que no sentía la emoción de planificar algo?... ¿Cuánto hacía que no se reía con ganas... hasta las lágrimas?... esta última pregunta era fácil de contestar, él sin ningún esfuerzo, la había hecho reír otra vez... como lo hacía antes... y esto no era un detalle menor, seguro que no.
Pasaron algunos meses desde ese último encuentro y ella siempre lo esperaba... tarde a tarde imaginaba que vendría... pero no. El miedo y la angustia la abrazaba por las noches y se hacían interminables... no sabía que había hecho... ¿y si él hubiera tenido un accidente?... ¿Y si hubiera muerto?... ¿Cómo se enteraría?... era evidente que él ocupaba un lugar primordial en su vida... era el oxígeno que la mantenía viva... y ya no estaba.
Un día, alguien deslizó un sobre bajo su puerta... contenía algunos poemas y ella los devoró con los ojos, las letras se salían del papel, era poemas escritos en sangre... era pasión y tristeza. Alguien vino a visitarla, ella le mostró los poemas y esta otra persona que tanto la conocía, sabiendo que ella plasmaba su vida en poesías, le dijo que quien hubiera escrito esos poemas, era una persona apasionada y que encontraba alguna similitud con la forma de escribir que tenía ella. Después de ese día, se sucedieron largas jornadas en las que la lluvia no cesaba y ella sabía que nadie dejaría un sobre bajo su puerta en esas circunstancias... y angustiada... espero hasta que saliera el sol. El primer día después de la tormenta, encontró nuevamente un sobre pero contenía como diez poemas y al rato, le llegó otro, con los mismos diez poemas. Como era su costumbre, quiso ir al fondo del asunto y saber de quien se trataba, ella conocía esa manera de decir las cosas, pero no entendía... ¿Sería él?... una sonrisa se dibujó en sus labios
le pidió a Dios que así fuera y se dedicó a leer todo lo que le llegaba día a día... y analizaba... algunas veces hallaba las coincidencias, pero otras... "él le hablaba a su mujer"... a la que había perdido y quería recurar... y ahí no, no podía entender si era él... y si era... ¿De qué hablaba?... ¿Podría haber sucedido algo más maravilloso en el cosmos infinito que poder siquiera soñar con que él se hubiera enamorado de ella?... entonces comenzó a dejarle papelitos debajo de la puerta, por donde pasaban los sobres y los papelitos desaparecían, pero ella no sabía si se volaban con el viento, o él se los llevaba... pero el hecho de pensar que podría se él, era para ella un motivo de alegría.
Pasaban los días y ella se desesperaba por leer esos poemas, de a poco iba encontrando cada vez más coincidencias y analizaba cada palabra, buscaba, relacionaba... era de vital importancia para no perder la ilusión. Un día, decidió que debería salir a caminar... y así lo hizo. Era una hermosa tarde de sol y a la vuelta pensaba que le diría, si él caminara a su lado. Cuando llego a su casa decidió poner en el sobre vació una carta con todo lo que le hubiera dicho por el camino si lo hubiera tenido a su lado. Escribió de corrido, hasta que finalizo y lo releyó... entonces se dijo(sonriendo)... "pobre. lo hubiera aburrido hablándole tanto y cerro la carta con una invitación... tal vez... y si fuera él, se animaría a caminar algún día con ella, a pesar de lo pesada que solía ponerse cuando no podía parar de hablar. Sorprendentemente él le contestó en un poema, entonces ella decidió que si era él y aún en la distancia, no lo dejaría. Así se sucedieron muchas correspondencias, hasta que un día él incluyó la palabra "ADIÓS" y ella creyó que se moría. La angustia le cerraba la garganta, pero sabía que tenía que salir... buscarlo... enfrentar a la casa y a la calle... no era fácil, la casa la necesitaba y no la iba a dejar escapar, entonces trató de explicarle que necesitaba salir... que se ahogaba... pero la casa no accedió y la amenazó con dejarla afuera si quería regresar... y ella aceptó. Con este enfrentamiento, todo hacía suponer que las cosas estaban claras y ella tenía mucho miedo, pero ya no podía respirar tanta humedad... la esperaba la muerte en ese calabozo. Entonces debió enfrentar lo que nunca había podido... las puertas no se abrían... no se iba a escapar tan fácilmente, la casa apelaba a su lástima y a su miedo en forma alternada. Fueron siete infernales días en los que dormía por momentos y comía solo para no debilitarse. Ella sentía que de alguna manera él intentaba rescatarla... no sabía como, pero recibía su fuerza... eso la hacía resistente y se mantenía en pie. A esta altura, ella alucinaba y le era muy difícil mantenerse lúcida, situación que la casa aprovechó para abrirle las puertas y las ventanas. Los colores se escurrían en todos los ambientes y la casa le proponía un pacto... volver todo hacía atrás... cuando su puerta se podía dejar abierta... y las ventanas le daban la bienvenida al sol... ella confundida y conmovida decidió que tal vez debía intentarlo una vez y la armonía podría regresar. Poco duró el pactó, la casa sabía de ese poeta hacía que quisiera salir... tirar la puerta abajo... romperlo todo... sentirse viva!!!. Y así fue, finalmente ella decidió salir... y corrió... salió a buscarlo... ahora sí, ella sabía que no podría ver a otro hombre... ya no. Un día ella dormía bajo un puente y al despertar, tenía un sobre a su lado... él le decía que ella había sido muy cruel con él y ella entendió que él la esperaba afuera, mientras ella trataba de conciliarse con la casa que tanto la había hecho sufrir y creyó que moría cuando el le decía que como ella no había podido ver cuanto la amaba y solo lo había dejado del otro lado de la puerta mientras él la ayudaba a salir... pero ella sin saberlo no había ni intentado ayudarlo a abrir la puerta... realmente fue una puñalada... no sabía que hacer y decidió que él tenía todo el derecho de defenderse como quisiera... aunque la destrozara la distancia que ponía para protegerse. Un día, el sobre incluía un celular, entonces ya no eran solo las cartas y los poemas que ella también contestaba... un día, ella quiso escuchar su voz y lo llamó, pero nadie contestó y le dejó un mensaje. Un día el teléfono sonó... y era él... ella no reconoció la voz... se escuchaba diferente. Él estaba ansioso y enojado... ella se sintió feliz y empezó a reír, situación que se oponía a los reclamos que ahora sí eran muy válidos. Ella intentó explicarle que solo se sentiría satisfecho con una respuesta cuando pudiera ver en sus ojos que jamás hubiera querido hacerle daño. Estos "encuentros" (no eran personalmente)se producían a toda hora y él siempre conseguía hacerla sentir muy feliz, incluso cuando ella se desesperaba por verlo y trataba de convencerlo... pero no era fácil, el se dejaba llevar por momentos, pero en algunas ocasiones, le decía que el encuentro que ella tanto soñaba no era posible( él no se daba a conocer... solo era un poeta con seudónimo), que pensara en otras posibilidades y ella lloraba de rabia y lo enfrentaba... después de todo si ella había sido lo suficientemente estúpida como para no darse cuenta de nada... no era tan culpable. Se reían mucho juntos y discutían... compartieron muchas madrugadas y ella lo extrañaba... no había otro como él... era lo que siempre había soñado... pero él no la dejaba acercarse. Después de unos meses, él desapareció, pero, había alguien más, que le decía en canciones lo que no podía en palabras... y siempre había estado por ahí, pero ella entendía que era solo una coincidencia. Supongo que esta de más aclarar, pero a este otro personaje, tampoco lo veía, solo le hacía llegar sus canciones y le mandaba mensajes... este ya no era su amigo... era un hombre muy dulce y apasionado a la vez... pero lo único que podía hacerle presuponer que era él, era esa historia y ese amor que solo ellos conocían... pero tampoco conseguía acercarse, entonces ella se enojaba y lo quería apartar... lo lastimaba sin querer, pero él la esperaba a que se le pasara el enojo y le volvía a decir que la quería.
Ella no entendía que estaba mal... pensaba que lo que hacía esta bien... pero él le pedía un cambio y le decía que la esperaba hasta que estuviera bien. Entonces ella volvió a la casa y le preguntó que estaba mal en ella... la casa le dijo... -Sos muy fría, siempre tenés una expresión muy dura... solo irradias tristeza. Ella se enojó y empezó a reprocharle a la casa lo que le había hecho... pero la casa también tenía muchos reclamos que hacerle... ella se fue dando un portazo y camino con ira, no entendía tanta demanda y reproche... pero después de haber caminado algunas cuadras, se paro y se acordó, que su poeta le había hablado de un espejo... y pensó... ¿Qué espejo?... la casa no tenía espejos... ella no se veía. En ese momento se acordó de la ventanita y corrió tanto como pudo, la casa la quiso retener, pero a ella le importaba volver a ver esa ventana... enfrentarla... y de día. Cuando al fin llegó a la habitación, se paró en la puerta y avanzó a paso lento... tenía miedo y también bronca... se le habían ido dos años... y tal vez él también lo había hecho. Avanzo y se paro frente a la pequeña ventana, que siempre había sido un espejo... su espanto fue tan grande que apenas podía mantenerse en pie... ¿Qué era eso?... era ella... ¡Era un monstruo!... era una pantera que decía ser gatito... y la soberbia de no escuchar... y la ignorancia de no aprender... y la crueldad de no pensar a quien destrozaba cuando atacaba con sus zarpazos a los que más quería... y una vez más se quiso morir... la loca era ella, la mujer extraña, la ermitaña, la del gesto duro y la mirada insensible... y lloro, se arrepintió... no lo podía creer... estaba muy claro porque él no podía acercarse... ella lo acercaba y lo hería con la misma impunidad que él le concedía para no lastimarla... para protegerla... no supo que hacer y se sentó con su poemas y su música a esperarlo, rogando a Dios que no fuera tarde y que la vida le diera otra oportunidad...

Norma Marchetti
23/2/11

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