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lunes, 30 de junio de 2008



El perdón.

Transita mis venas, se emplaza, me quema,
desplaza esperanzas de existir sin pena.
Primitivo impulso que asfixia con saña,
ofidio protervo que corrompe el alma.

Infame ponzoña, verdugo en el tiempo,
impía poción, de sombrío efecto.
Virus infernal taciturno... pérfido
que penetra y hiere, asestando diestro.

Distancia, pervierte, invade, angustia,
avanza sediento como plaga mustia.
Maléfico ensaya diversas venganzas
y sugiere modos produciendo llagas.

En sombrías zonas en mi mente mora,
agazapado aguarda cualquier ocasión,
me muestra sus garras, impele, presiona
y se posesiona de mi corazón.

El rencor se mofa de vencerme... y crece,
batallo con ímpetu contra la maldad,
contra los fantasmas, los odios, las iras,
agravios, vilezas, ausencias... y más.

La luz de clemencia, guía batallones
de paz, de justicia, de bondad, de amor,
de cielos leales, de instintos serenos,
conduciendo al justo hacia la razón.

Replegando al morbo, el perdón tutela,
conciliando voces, sentido y verdad,
abriendo senderos, escindiendo tretas
atesora vida en la eternidad.

5/11/05

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