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lunes, 30 de junio de 2008



Llueve en Buenos Aires.

Llueve en Buenos Aires... promediando Enero,
su gente extremada, se oculta del cielo.
La ciudad se cubre de humedad y sonido,
e incita añoranzas de añejos suspiros.

La aflicción se oculta bajo los paraguas,
y habita serena en miles de almas.
Soledad en gris, sollozo de frío,
repique tedioso, singular… furtivo.

Quebrándose el cielo, se rasga plateado,
hundiendo raíces, rugiendo encrespado.
Estallan las nubes, se funden en gotas,
concéntricos círculos, se agrandan y brotan.

Ciudad de creativos, bohemios y bares,
de sobrevivientes, chantas o geniales,
de dulce de leche, mate y bizcochitos,
de tangos y rock, poetas y mitos.

País de viñedos, girasol y trigo,
de valles, deshielos... virgen paraíso.
La infinita pampa, magnánima y noble,
del gaucho y el indio en fugaz galope.

Tierra dadivosa, maternal y fértil,
donde el extranjero se ampara en su vientre.
Heredad de manos cobijando hermanos,
de algunos países, vecinos... lejanos.

Llueve en Buenos Aires... mojando el cemento,
se agolpan los autos sobre el pavimento,
unos se refugian en techos y toldos.
y bajo algún puente... se resguardan otros.

12/2/06

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