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lunes, 30 de junio de 2008



Mujer.

Como pétalo de rosa agitado por el viento,
como rocío en la hierba que no alcanza a percibir,
como brisa de verano que propicia el silencio,
como bruma en la mañana que se disipa sutil.

La vulneran las agresiones, las miradas, los sigilos,
la compelen comentarios, invectivas y aversión.
Su interior es transparente y lo fisuran suspiros,
su entrega es restringida, cobijando su pudor.

Se deleita con soñar que sólo falta el intento
de animarse a no ser mustia, cristalina, vegetal,
desigual, introvertida, timorata, eremita,
impalpable, incorpórea, invariable, terrenal.

Su condición femenina, su concepción inherente,
sus emociones expuestas, inquebrantable su fe,
su resistencia de acero, como el junco en los vaivenes,
eterno lirio en los campos fulgurando sencillez.

De un linaje supremo, por descendencia e historia,
con la fuerza de un coloso, de leona el corazón,
amando hasta las entrañas, corriendo fuego en las venas,
de pie frente a las tormentas, con un jilguero en la voz.

Praderas de henos verdes de fascinante belleza,
rivera que hidrata flores entre yuyo y pedregal,
Crepúsculo en frías noches augurando amaneceres...
gaviota planeando libre sobre el oleaje del mar.

29/11/05

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