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lunes, 30 de junio de 2008



La concordia en mi cruz.

Me reclino en el pasado y me abstraigo liada,
en el arcón del recuerdo que paraliza y desgana.
Me sujeto a una memoria que desalienta mi intento,
como floresta de otoño despojada por el tiempo.

En las estepas que incitan a la paz de la cordura,
en las noches tempestuosas que fastidian con sus dudas,
en los eternos glaciares de fascinante frialdad,
como en la cegada selva que confunde realidad.

Un laberinto en mi mente como estafa siniestra,
una maraña de ensayos que me desvía las metas,
un intento de evadirme de un vínculo impugnable
como verdugo impiadoso, que se presenta amigable.

Y pretendo exorcizarme visualizando horizontes,
y proyecto motivarme aferrándome a otras voces.
Los mandatos infantiles se sujetan a mi espalda,
como sombras fantasmales incansables y calladas.

En balsámicos jardines me regocijo en presente,
con magnánimos idilios de crecimiento en vigente,
con la concordia en mi cruz por prolongarme piadosa
y por esa ideología de no condenarme sola.

23/11/06

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