Esta tierra de sangre embravecida
que es salada y dulce en la laguna,
que es de vida y es de muerte
en su ciclo impostergable.
Que es verdad y misterio...
que es raíz y valle,
que es silencio infinito
entre las cumbres heladas,
que es desierto y arena
entre el infierno y la nada.
A esta tierra de sonidos inauditos,
a esta tierra de pisadas y aleteos.
A esa luna...
que es pupila de su cosmos,
vigilando en su enigmático silencio.
A esa tierra que es brote y es mortaja,
a ese transformar lo negro en alba,
a esa tierra noble que se enerva,
en el ataque cruel de los humanos...
ruge y se desgarra... y es alud,
cuando desangra el barro de sus manos.
A esa tierra que es sabiduría,
pigmenta de celeste la negrura,
ilumina con los cirios de la noche
y en las voces de las aves, melodías.
A esa tierra que es de océanos
en la profunda inmensidad marina
entre medusas y corales... fondo,
en las lumínicas criaturas submarinas.
A esa tierra
que es mansa en sembradíos,
que es vertiente de vida en la cascada,
que es peñasco y es vendimia
con holgura,
que es abrazo de su esencia...
cruz y savia.
Norma Marchetti
1/1/12
