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miércoles, 25 de junio de 2008



Dame tu mano.

Sentada aquí, sin voluntad,
mis músculos se duermen
el té que humea en la mesa, sin apuro,
niebla el paisaje rutinario, que se pierde.

Las voces de mis hijos bailotean
y mi pensamiento desvelado se marea,
entre el cansancio del trabajo cotidiano,
y el silencio del cansancio que me tienta.

He cosido con esmero mis peluches,
y al final de la tarea no hubo gloria,
nadie supo porque no fue perfecto...
nadie supo porque falló mi obra.

Se muy poco de mi misma, no me escucho,
y se poco también de mi esperanza,
no quiero ser soberbia, si se poco,
no quiero ser genial, si no se nada.

Quiero aprender de la vida todo aquello,
que de paz a mi vida y a mi alma,
y quiero no perderme de los míos,
y quiero no asustarme de mi calma.

Soñar, tal vez no sea gratuito,
soñar, tal vez te roba el alma
y si el sueño que se inventa se derrumba,
te destroza en pedazos la esperanza.

El lápiz y el papel son mis amigos
cuando la angustia aprieta mi garganta,
y me ahogan los problemas más censillos
y se me hace cruda y cruel una distancia.

Dame tu mano, ayúdame ano caerme,
dame tu mano, caminemos mas alegres,
dame tu mano, al usar la lapicera...
y hagamos de esta vida una comedia.

31/5/95

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